Es Grande ser Joven (1957), por Ildefonso Arenas

Es Grande ser Joven (It's Great to be Young) era una película británica de 1956 que probablemente todos vimos entre nuestros 10 y nuestros 14, ya que era tolerada (pese a estar ambientada en un colegio de chicos y chicas, un tipo de institución extremadamente inmoral y perniciosa para esos tiempos, y sospecho que algunos políticos de hoy la siguen viendo así), resultaba muy simpática, contenía números musicales que a diferencia de lo usual en los horrores nacionales eran exquisitos (pensad en Joselito, y en Marisol, pero sólo un instante, no se os corte la digestión) y, sobre todo, exponía con un desafiante descaro la asombrosa solidaridad, teñida de complicidad, que se puede llegar a establecer entre un buen profesor y sus no peores alumnos. El ambiente de la película, en inequívoca clave de humor inglés, era liberal, abierto y comprensivo con casi todos los horribles defectos de la juventud (la generosidad, la caridad, la audacia, la simpatía, la alegría y la secular falta de respeto por casi todo lo establecido), lo cual hacía que contemplarla con la mirada de un niño crecido en la dictadura sotánica que disfrutamos los que aquí abrevamos de lo intelectual resultara muy desasosegante. Hoy está muy olvidada, cuando menos en España, pero en UK todavía es posible atraparla en alguna programación nostálgica de la BBC. Además, aunque sólo de uvas a peras, es posible pillar un DVD en HMV, aunque 'a la británica', sin más banda sonora que la original y sin subtítulos. La última vez que la pasaron en un canal español fue hace muchísimos años, cuando Letizia Ortiz presentaba de vez en cuando una peli en Canal + Classics. Yo conservo mi copia como un tesoro, y no porque la presentara quien la presentó, sino porque ofrece el doblaje original, el cual, a diferencia de lo usual con los doblajes españoles, era no ya estupendo, sino la mar de gracioso. En cualquier caso, la que reveo de vez en cuando (uno sufre tardes nostálgicas, time to time) es la original UK. Está mucho mejor de imagen y de sonido, y las voces originales, es de reconocerlo, valen su peso en oro.




La trama (la explico para refrescaros la neurona, y también para ayudaros a que las expliquéis a vuestros yernos y a vuestras nueras, si no como un acto de cariño dulcísimo sí, al menos, a título de venganza y represalia, ya que si sois suegros normales sin duda que mantenéis con ellos una larga lista de cuentas a cobrar) es simple: un british private high school (un instituto público; un Ramiro, vaya) empieza el curso con un nuevo director, a cuyo lado el Padre Mindán sería la Alegría de la Huerta. El claustro de profesores es tan imposible como él, salvo un pavo que da Historia y Música, y que nada más empezar la peli se nos mete a todos en el bolsillo, porque a todas luces está como una cabra y se adivina que terminará saliendo a leches con el solemne Headmaster.

Los alumnos, por su parte, son ocho de un lado y unos cuantos cientos por otro. Los ocho de un lado son los que padecen un 'papel' (son actores profesionales); los otros son relleno del colegio en el que se filmó la película, y lo hacen bastante bien, en el sentido de lucir una excelente cara de asco, really british. Entre ellos figura la orquesta del colegio, que por lo visto era célebre en aquellos duros 50's. De entre los ocho con nombre (los demás son masa anónima) destaca el sugerente y preocupante triángulo de protas, un chico bajito y mono, un pelirrojo con todos los estigmas del mejor amigo y la rubia guapísima de la que se supone todos nos enamoraremos. Es un despliegue de eficacia contrastada y que jamás ha dejado de funcionar; revisad, si no, Harry Potter y la Guerra de las Galaxias.




La trama pronto entra en crisis, cuando el Headmaster, muy mosca con las bajas notas generales, decide incautar los instrumentos musicales, parte de los cuales ni siquiera son del colegio, sino adquiridos a plazos por el abnegado profesor, tan devoto de sus chicos que no les quiere dejar sin música. Eso da lugar a una de las más memorables Farándolas de la Arlesiana (Suite II) jamás filmadas, que por sí sola justifica la película y a la cual imputo el amor por la música que he padecido toda mi vida.

La trama sigue y sigue. El Headmaster, cada día más deprimido (se da cuenta de que sus métodos no le granjean ni el cariño ni el respeto de los alumnos, lo cual afecta su delicado aunque muy oculto corazoncito), se ve en la obligación de despedir al profesor, el cual hace de tripas corazón y se pone a tocar cancioncillas tabernarias en un pub. Él piensa que sus chicos le habrán olvidado en cosa de cinco minutos, pero no es así (es una película, recordad), pues no sólo le añoran, sino que se declaran indignados y toman el colegio (lo okupan), iniciando una huelga (no de hambre; de música y de muchos besos, que la juventud no es de piedra). Los profesores quieren llamar a la ley y a la justicia, pero el Headmester, inspirado, va a buscar al profe, el cual vuelve, le saca del atolladero (y le salva el culo, de paso), reocupa su puesto y todos felices.




La primera vez que vi esta peli tendría once años, y estaba en 1ºA o en 2ºA. Lo primero que pensé, incluso antes de que acabara, era que yo quería estudiar en un instituto así: chicos y chicas juntos y revueltos, camaradería entre edades (los protas, que serían como de 6º, se trataban con los de 2º con toda naturalidad), 24 alumnos por clase, música, libertad, alegría, campos de deporte CON HIERBA, ni una sola sotana (los ingleses, como son un gran pueblo, no disfrutan directores espirituales; la religión, allí, está fuera del sistema; los padres que desean dar a sus hijos una formación religiosa los llevan a las 'escuelas dominicales', que al no ser obligatorias y estar sujetas a las reglas de la competencia se han de esforzar en retener a sus alumnos de un modo positivo, no se vayan con los pentecostalistas de la esquina, los sarracenos del otro lado del parque o los católicos de la acera de enfrente), y presidiéndolo todo un majestuoso sentido del humor.

Cualquier parecido con el Ramiro es mera coincidencia. Sin embargo, lo queríamos (al Ramiro). Quizá sea por la extrema generosidad de la juventud, aunque más pienso que por no conocer otra cosa. 'Es grande ser joven' nos mostraba que había 'otra cosa', y me temo que acabaré muriéndome con la pena de no haberla conocido en la edad en que deben conocerse los buenos colegios.

El único defecto de la peli, tan extraordinaria para ponernos en marcha los subsistemas de soñar, era la prota. Se llamaba Dorothy Bromiley, era muy mona y estaba singularmente bien dotada para criar a mucha gente, pero se le notaba demasiado que los quince años de su personaje le quedaban un tanto por el escobén. Tiempo después leí que nació en 1930, con lo que tenía 26 en el momento de rodar la peli. Aún así se le puede perdonar. Cualquier cosa era siempre mejor que la insufrible Marisol de todos vuestros pecados.




No os quedéis sin volverla a ver. 




5 comentarios:

  1. Se la voy a pedir a mi chaval que es un hacha bajando pelis; si no lo consigue, ya te la pediré y la veré cuando me dé la vena del "revival"

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  2. Esta película la vi en el cine Montecarlo, que estaba en Embajadores, en noviembre o diciembre de 1958. Yo vivía en el 164 de esa calle y asistía a un colegio -creo recordar que se llamaba academia Divino Valles- que era uno de los pisos exteriores del bloque. Para ir al colé no tenía que salir a la calle. Tenía yo entonces 9 años. POco tiempo después abandone Madrid y volví en el 1967 y encontrar una ciudad muy distinta.

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    1. Siento tener que corregirte, Señor Lupus. Lo siento very much, de verdad, oye... Pero debo hacer aquí constar que el cine Montecarlo no estaba en Embajadores, sino en la calle Reina Victoria, un poquito más abajo de la Glorieta de Cuatro Caminos, según se bajaba a la derecha. A pesar de no vivir por la zona, en el Montecarlo vi yo alguna que otra (que recuerde ahora mismo, a bote pronto: "Plácido", de Berlanga o "El Zurdo", de Arthur Penn, con Paul Newman haciendo de Billy "el niño".

      La peli que nos ocupa la vi, con catorce añitos, en el Cine Sevilla, que ese sí estaba en mi barrio. En la Calle Abtao, para más señas. La vimos juntos varios compañeros y compañeras del mismo cole (Colegio Academia Menéndez Pelayo) que también estaba en uno de los pisos exteriores de la casa donde vivíamos -yo tampoco tenía que salir de casa para ir al cole- y en el que ¡fijaos qué cosas! compartíamos clases chicas y chicos (o viceversa) que nos pasamos una buena temporada dale que te pego, entre clase y clase, con el chunda chunda de las "Marching Strings", esa tan pegadiza que sale en el primer vídeo de esta página.

      ¡Qué tiempos aquellos en los que de verdad parecía que era grande ser joven!

      Para todos, love and kisses.

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  3. Pero ahora no me duelen prendas al corregirme a mí mismo y pedirte mil disculpas, Señor Lupus. Porque es verdad, tenías tú razón y no yo, que hubiera estado mil veces más guapo callao. Que sí, que lo reconozco: ¡Perdóname, porfa...! Que el cine Montecarlo estaba, como dices, en Embajadores. Y yo lo he confundido con el Metropolitano, que era el que estaba en Reina Victoria, muy cerquita de la Glorieta de Cuatro Caminos.

    Todo lo demás es verdad, las pelis que ví en el Montecarlo, digo en el Metropolitano, y lo del cine Sevilla y lo de mi colegio, y lo de las "Marching Strings"...

    Pero lo de que el cine Montecarlo estaba en Reina Victoria, patinazo tremendo por mi parte, ya digo. De modo que si puedes perdonarme pues te lo agradecería. Y si nunca lees estos mensajes pues dejo aquí constancia tanto de mi error como de mis disculpas.

    Y lo dicho: para todos, love and kisses.

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  4. Es una película que vi cuando era adolescente y me gustaría volver a verla. ¿Se puede descargar?

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